miércoles, 9 de junio de 2010

Automáticos

De vez en cuando, la teoría puede aplicarse fácilmente a situciones cotidianas. La brecha digital de la que nos han hablado en nuestras clases de Periodismo es evidente, pero, en según que casos, esta fractura generacional relacionada con la aceptación e integración de las nuevas tecnologías, produce desconcierto.

Hora punta en un banco cualquiera de Barbastro. Ante la única ventanilla abierta, una cola formada por más de 10 personas de distintos sexos, edades y razas. Como sonido ambiente, los suspiros de una señora mayor que "despotrica" en voz lo suficientemente alta como para que todos seamos conscientes de su indignación. Tras un considerable periodo de tiempo de espera, es mi turno. Como respuesta del banquero obtengo:
"Todo el mundo igual! Estas operaciones pueden hacerse en los cajeros automáticos. No se por qué todos preferís hacer cola."

Desde luego, si hubiera visto un cartel informativo donde se me advirtiera de que podía realizar yo misma la gestión en el cajero, no hubiera "pasado el rato" plantada en aquella cola. Pero entonces pensé en la señora descontenta (sí, la del particular hilo musical). ¿Realmente la organzión del banco cree que las personas mayores van a utilizar el "sencillo" cajero automático para ahorrarles las indeseables colas? Permítanme que lo dude.

Las nuevas tecnologías nos hacen más fácil la vida, pero solo a aquellos que hemos nacido o nos hemos metido de pleno en esta particular revolución. A los que han permanecido al margen, puede llegar a complicársela bastante. Mientras que para unos es inimaginable la vida sin la amplia gama de artilugios tecnológicos a los que estamos acostumbrados, otros siguén contemplando las pantallas de ordenador con recelo, evitando acercarse a ellas demasiado.

Lo siento. Todavía no estamos preparados para un mundo de gestiones rápidas y totalmente informatizadas. Por suerte (aunque a los amantes de las prisas y lo inmediato parezca no entusiasmarles la idea) siguen siendo necesarios los trabajos cara al público y las colas, que pueden llegar a resultar entretenidas si te dejas llevar por la observación.

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