lunes, 21 de marzo de 2011

Entre railes

El Paper-Mate escribía y borraba a toda velocidad.

Los días se sucedían al compás de paisajes diversos, de playas y asfalto, entre la lluvia y un resplandeciente sol primaveral.

El "chirimiri" no consiguió apagar el encanto de Cinque Terre. Nos embelesó el sonido de su mar mientras él, despreocupado, golpeaba los acantilados donde se apilaban casas de colores encendidos.

Con los pulmones abarrotados volamos hasta Génova y su peculiar encanto oculto entre palacios. En sus patios resonaban nuestros cantos inmortalizados, acompañados de gritos y risas que anunciaban a pleno pulmón las maravillas de la simple felicidad. Felicidad y paz interior bronceada por un sol veraniego en unas rocas a la orilla del mar.

Cargadas de vitamina D seguimos empapándonos de la luminosidad de Turín. Allí descubrimos que hay personajes dispuestos a hacer inmejorable cada parada del camino. Desafiamos las leyes de la física y ahora sabemos que donde caben tres cabe una docena de mochilas cada vez más difíciles de cerrar, cargadas de inolvidables experiencias.



Milán nos enseñó que los planes turbios pueden ver la luz a pesar de que los nubarrones encapoten el cielo por completo. La magia de cumplir años colaboró a que la celebración pudiera llevarse a cabo y que al día siguiente el sol saliera de nuevo para ayudarnos a subir al Duomo y conocer desde las alturas el nuevo mundo de Cynthia. Hasta los cafés sonrieron para hacer aun más bonitos los reencuentros.

Resultó que en las bolsas de la comida (cada vez más vacías) quedaban fuerzas para correr sin aliento hasta el tren que nos llevaría a PARMA. Allí saboreamos los últimos sandwiches mientras el cansancio nos impedía ser conscientes de que (de momento) se habían acabado los cambios disimulados en los billetes, el descubrir y empaparnos cada día de un lugar diferente. Volvíamos a Perugia. Trenitalia quiso que no desaprovecháramos el trayecto con horas de sueño y nos hizo mantenernos firmes, en un pasillo convertido en improvisado escenario de nuestro viaje.

Y después de cinco días que la intensidad hizo pasar más veloces de lo previsto volvió el frío y las cuestas. Pero aunque la tierra se halla detenido temporalmente bajo nuestros pies, el trayecto continua :)

lunes, 14 de marzo de 2011

La vida es bella

Reconfortante afirmación y bonito título para una película.
Ayer continuamos descubriendo lugares italianos con encanto y fuimos a parar al escenario de ese famoso largomentrage: un "pueblo" de la Toscana llamado Arezzo.
La tranquilidad de sus calles empedradas consolida el encanto de la ciudad. Al llegar a su Plaza Mayor el embrujo se vuelve increíble: se siente una extraña familiaridad al pisar un escenario que la gran mayoría de nosotros conocemos bien. Casi podemos escuchar el famoso "las llaves, María!" que gritaba el protagonista de la película o verlo bajar disparado por la calle montado en bicicleta.
Dos niños atravesaron la plaza mientras nosotros observabamos el lugar desde unas escaleras. Cualquiera de ellos podría haber sido Josué, el entrañable "bambino" que abandonó esas calles para ir a parar a un campo de concentración.

Por suerte, las imágenes que nos trajo a la memoria Arezzo fueron algunas de las que componen la cara más amable de la película. Un lugar mágico en el que parece hacerse todavía más estrecha la frontera entre ficción y realidad.

lunes, 7 de marzo de 2011

Máscaras y canales

Las mascaras lo inundaban todo. Ocultaban rostros que se confundían con otros deformados por el síndrome de Stendhal. A pesar de los disfraces, lugares nuevos inundados de caras conocidas. Y así continúa la historia, acumulando vivencias junto a los que ya hace algunos meses se convirtieron, de golpe y porrazo, en nuestra nueva familia.

Góndolas que navegan por canales de ciudades de ensueño de la región de Veneto, puertos de una historia digna de serlo. Dulce sensación de despertar y comprobar que todavía quedan unas horas hasta que suene el despertador. Abrazar fuerte la almohada y seguir disfrutando con la sensación de estar entre nubes... Nubes que se confunden con el humo del tren que nos trasportará en breves hasta la próxima estación ;)



jueves, 3 de marzo de 2011

Trenitalia y la economía del espacio

Una de las características generales de los italianos es su desconfianza en Trenitalia (la empresa ferroviaria estatal). Si les preguntas sobre como llegar a algún destino y te recomiendan ir en tren, normalmente adjuntarán la advertencia de que vayas con tiempo, sin confiar en la puntualidad de sus horarios. Los retrasos son habituales, pero no solo eso. Más de uno ha sido testigo del abarrotamiento de sus vagones, con gente de pié o sentada en el suelo, maletas colapsando sus pasillos,...

El otro día, en el trayecto hacia Perugia, en el tren Roma - Foligno, puede imaginarme la situación. Nunca había visto un tren así de lleno. Y eso que, por suerte, cada uno teníamos nuestro asiento y un sitio (algunos encima de otros) para depositar la maleta sobre nuestras cabezas. Íbamos justos pero no desbordados. Pero pensé en lo agobiante que debe de ser encontrarte con un tren saturado y tener que hacer un trayecto de cientos de kms de pié o en condiciones precarias.

Haciendo uso de la ironía, relacioné el "máximo aprovechamiento de espacio" de Trenitalia con la campaña que ocupa el reverso de sus billetes. En ella alardean de la contribución de cada pasajero a favor del medio ambiente, contaminando la mitad que si realizara el mismo trayecto en coche y la cuarta parte que si lo hiciera en avión. Lo de sobresaturar los vagones será parte de esta preocupación medioambiental? O a lo mejor es una falta de control consecuencia de su modalidad de venta de billetes? En lugar de comprarlo con la fecha y hora del viaje reflejada, aparece solo el trayecto y cuando vas a realizarlo, tienes que convalidarlo en unas máquinas amarillas repartidas por los andenes. Quizás esto dificulta la organización. Pero no pretendo justificar el descontrol de la ferroviaria. Nadie merece tener que hacer un trayecto de horas sin poder disfrutar de un asiento por el que ha pagado, por mucho que el medio ambiente se lo agradezca.