martes, 12 de abril de 2011

Benvenuti al sud

Por mucho que lo intentemos, no conseguimos detener el paso de los meses. Como ellos, nosotros también nos negamos a quedarnos quietos y continuamos recorriendo la geografía italiana nuestros billetes de Interrail nos han llevado hasta Nápoles, capital de la región de Campania y cuna de nuestra adorada pizza italiana.

Nada más salir de la estación, pudimos comprobar que se trata de una ciudad peculiar. Calles repletas de tiendas, de puestos ambulantes, de gente caminando en todas direcciones e intentando atravesar la calzada donde los pasos de cebra brillan por su ausencia. Una gran ciudad con vida propia, donde las normas convencionales pierden toda su fuerza: los cascos no son obligatorios ni siquiera cuando sobre la moto van tres cabezas, la oscuridad de la noche no es necesaria para cometer actos vandálicos, y la basura descansa tirada sobre las calles como un “sin techo” más.

Pero a pesar de las leyendas que contaminan la ciudad, de todas las advertencias sobre su escasa seguridad, Nápoles tiene algo especial. Será su atmósfera caótica, el increíble sabor de sus pizzas o quizás todas las anécdotas que dejamos atrapadas en ella. La otra cara de un país que poco a poco vamos descubriendo.

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