lunes, 2 de agosto de 2010

De vuelta y vuelta

Después de una semanita de "re-aclimatamiento" a la vida española, vuelven las rutinas que recuerdan al verano anterior. Tres semanas en Brighton dejaron su marca. Sí, tenían razón todos aquellos que cuando les dije que había sido una de las agraciadas con una beca del Ministerio para ir a estudiar inglés al extrangero me animaron boquiabiertos y exclamarón contundentes: "Ni lo dudes", "Un curso fuera? Menudo experiencia!". Pues sí, ha sido toda una experiencia. Aunque los días hallan estado rebosantes de compañía española, ha estado muy bien como primer acercamiento a una cultura que, aunque supuestamente similar, es tan diferente.

Algunos de ellos nos consideran europeos de segunda. Yo, con el voto por la tolerancia como fuente de paciencia, apuesto por la teoría de que simplemente somos europeos diferentes. Y si queremos aceptar esa teoría "clasista" he de decir que no sé hasta que punto compensa jugar en primera. Me quedo con la alegría española, esa que se traduce en cantes y risas que sobresalen en los lugares más inesperados, esa que algunos ingleses califican de "bullicio" y "ruido". Me quedo con la educación española, quizás no con la de los colegios, pero sí con la referente a nuestros modales y principios que se manifiestan en el comportamiento con el resto. Porque un "sorry" repetido infinitas veces no tiene más valor que un "lo siento" dicho justo en el momento adecuado, atribuyéndole el valor que realmente tiene. Me quedo con nuestro "juego de segunda" que al fin y al cabo es el que gana los mundiales y despierta más simpatías que caras largas y miradas perdidas en uno mismo.

No quiero caer en generalizaciones. Hay de todo, como en todos los lados. También conocí ingleses con sonrisas encantadoras y, como todos, conozco españoles que van derrochando mala energía a su paso por la vida.

Y colorín colorado el cuento se acabó. Ahora de nuevo en Barbastro aunque no por mucho tiempo, por demasiado poco para algunos de mis seres más cercanos. Cuantas veces habré escuchado este verano eso de: "Vaya vida te pegas!", "No paras, eh?". La cosas han surgido así porque, si no recuerdo mal, los trenes hay que cogerlos cuando pasan ;)

Confirmado. Viajar es toda una experiencia. No solo por todo lo que te aporta y puede llegar ha enriquecerte, sino también porque te ayuda a saber valorar los periodos de realtiva tranquilidad, esos en los que las maletas permanecen escondidas y puedes saborear los pequeños placeres de estar en casa.

2 comentarios:

  1. Cierto. Los "trajines" veraniegos me han hecho tener el blog bastante abandonado.
    A ver si tomo ejemplo y mantengo la constancia ;)

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