martes, 8 de noviembre de 2011

Carretera y manta

Manda narices! Dos meses en Santiago y es la visita a tierras castellanas la que me hace volver a "dibujar en el aire" después de unas cuantas semanas de inactividad.

La adaptación a nuevos lugares siempre es lenta, a veces casi tanto como la propia estancia en ellos. Mientras oigo de fondo el debate (o la guerra de recriminaciones) de Rubalcaba y Rajoy pienso en lo afortunada que soy si realmente algún día llegan esos 500€ mensuales que me prometieron al adjudicarme una beca Séneca. Qué pereza escuchar como nuestros dos líderes políticos por excelencia se acusan sin parar de ser los causantes de todos los males habidos y por haber! Espero que los papeles para emitir mi voto por correo lleguen antes de que disminuya demasiado mi esperanza en que, ni ellos ni ningún otro, sean capaces de mucho más que de dejarse llevar por los acontecimientos.

La lluvia ya se ha instalado en Santiago, barnizando sus calles empedradas y convirtiéndose en compañera habitual del continuo goteo de peregrinos. Santiago tiene magia, un encanto especial... como tantos otros lugares de nuestra geografía (por no hablar de fuera de nuestras fronteras).

El viaje en autobús hasta Salamanca es un claro ejemplo de ello. Aunque el trayecto dura casi seis horas, el cambio de paisaje se produce de pronto, sin avisar y sin dejar rastro. Los frondosos montes de Ourense, supervivientes de la reciente oleada de incendios, se transforman "de golpe y porrazo" en las extensas llanuras castellanas. La vista busca sin resultado alguno los arboles amarillentos que forman frondosas riadas en tierras gallegas, pero solo encuentra un terroso mar en calma.


Diferencia, contraste,... allí precisamente reside la magia. En el poder comparar una cosa con la otra y apreciar el encanto de cada una de ellas. A lo mejor lo que necesitan nuestros políticos es un poco de "carretera y manta" que les recomponga la tolerancia y les devuelva la originalidad.

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