Así empezaba uno de los gritos de guerra del
Evento Nazionale 2011 que el pasado fin de semana reunió en Sicilia a más de mil Erasmus.
Dos complejos hoteleros invadidos por una gran mayoría de españoles: playita, fiesta y más fiesta. Tres días del prototipo "puro y duro" de lo que se considera la vida Erasmus. Sí, en parte la fama es real... y estos días se ha manifestado en su más alto exponente.
Pero no todo es alcohol, fiestón y vagueo. También tenemos otras inquietudes. No olvidaremos los momentos en que nos desgañitamos con alguna de esas canciones que nos enloquecen a base de recuerdos, pero tampoco borraremos de nuestras mentes lugares como este:
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Sicilia nos volvió a demostrar que existe
el Síndrome de Stendhal, que un lugar puede absorverte, enamorarte, despertar todavía más las ansias por seguir conociendo mundo. Los cuatro días anteriores al Evento recorrimos algunos puntos claves de la isla. Carretera y manta. En 800 km comprobamos la peculiar manera de conducir de los italianos del sur, la simpatía de su gente, playas de ensueño como
La Scala dei Turchi, lugares mágicos como
Il Valle dei Templi, pueblecitos con encanto como
Taormina. Incluso el Etna entró por un momento en erupción para nosotros, a modo de espectaculo privado, aunque este privilegio tuviera
consecuencias menos "encantadoras" para los que tenían que volar el jueves hasta Catania.
Sin intención de dejar sabor negativo sobre este viaje inolvidable, debo decir que confirmamos una cosa menos agradable: las fotos, por muy buena que sea la cámara, no pueden atrapar las sensaciones que flotan en determinadas corrientes de aire.
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