Ayer pude sentir en primera persona las consecuencias de la beatificación de Juan Pablo II en Roma. Por motivos burocráticos caminamos por unas calles más abarrotadas de lo habitual, entre decenas de crucifijos, alzacuellos y cámaras fotográficas. Estaba claro que un millón y medio de personas no podían evaporarse después de la ceremonia del domingo. Hoy, de nuevo en Perugia, mi clase de Comunicazione Pubblica ha estado también protagonizada por la Iglesia. Las explicaciones de una experta en la comunicación de esta institución han venido "que ni pintadas" a pesar de que en el horizonte de la actualidad, la beatificación del anterior Papa halla quedado eclipsada por la presunta muerte de Bin Laden. "Presunta"para muchos porque en la sociedad de la información "si no lo veo no lo creo".
Giovanni Paolo II (como lo llaman por aquí) también podría haber impartido alguna que otra clase magistral sobre comunicación. Fue él quién se dio cuenta de que los medios no son solo instrumentos, sino verdaderos ambientes en los que comunicar, más allá de la evangelización.
Supo integrarse en el contesto histórico en el que fue pontificado. Corrían los años 60, el estallido de la televisión pública, y la Iglesia de pronto se vio convertida en una voz más entre tantas otras. Y supieron hacerse oir en una cada vez más abarrotada "arena pública".
Hoy en día la Iglesia se moderniza (aunque no en ideales, si en tecnologías). Sus principales sitios web cumplen ya más de 10 años y navegan a sus anchas por las principales Redes Sociales.
Si buscas en Wikipedia "Juan Pablo II", al final de la introducción podrás leer: "fue proclamado Venerable por su sucesor papal, el papa Benedicto XVI, quien lo beatificó el 1 de mayo de 2011."
1 de mayo de 2011... Pues sí que es cierto que Internet cambia la concepción del tiempo, porque parece que fue ayer. Esto de la inmediatez hace que las noticias caduquen cada hora y que la historia se inmortalice al segundo.
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